Paseo otoñal

Paseo otoñal

Por Fabio Carrasco Merza.


Mientras iba caminando por las irregulares calles de este olvidado pueblo, oía el leve crujir del manto naranja que se extendía por debajo de mis pies.

A los laterales encontraba los esqueletos de los árboles, que parecían unas manos alzadas al aire, preparadas para agarrar a cualquier pájaro que se pose en él.

En una mansa mansión, que parecía deshabitada, se oía el silbido del viento, con un tono nostálgico y suave. Se levantan ráfagas de aire, y yo aprovecho, mientras subo la cremallera de mi abrigo, para observar a unos niños saltando sobre la mullida esponja marrón de las hojas secas.

Al final de la calle hay dos personas colocando unas luces navideñas.

Y mientras me apresuro a llegar a casa, oyendo en la lejanía los truenos que sonaban como el galopar de un caballo, pienso que esta calle, vacía, triste y sin vida, dentro de poco cambiaría.